jueves, 13 de octubre de 2011

Capitulo I


Eran las 5 pm, regresaba a casa después de un largo día, había llovido todo el tiempo y estaba harta de todo, del tráfico, las personas, el clima y hasta de mi misma, por que ya estaba harta de estar harta. Me saqué la ropa mojada y encendí un cigarrillo, solo quería pensar. Me senté sobre la bañera y observe como caía el agua, pensando en todo y a la vez en nada. No tenía dinero, no tenía un trabajo  y no tenía nada. En tardes como esa el sentimiento aparecía; el sentimiento de una vida frustrada, de ver que después de todo en la vida no siempre se cumplen los sueños. El llega a casa y no tener con quién compartir tu día no suena tan desolador como en realidad lo es…
“El dedicar tu vida a algo que la mayoría de las personas no consideran productivo después de todo es frustrante y desalentador” miré hacía mi cigarrillo el cuál ya estaba consumido con una larga tira de cenizas… ¿Qué estoy haciendo? Pensé para mi misma  y me levanté. Me dirigí a mi habitación y comencé a vestirme, después de todo un poco de aire fresco no me vendría nada mal. Salí de mi departamento muy  a doc. al clima, botas de lluvia, abrigo hasta las rodillas y un paraguas un tanto extraño.  Caminaba a paso lento y sin prisas mirando a todos lados y a la vez  a ninguno, en mi reproductor sonaba una canción que hablaba sobre sueños perdidos “¡Dios, lamento tanto ser un simple traductor de sentimientos!”
Llegué al parque más cercano y me senté en una banca con el paraguas aún en mano. En eso apareció un chico totalmente empapado y con la respiración agitada, llevaba consigo un par de maletas que parecían un tanto pesadas y un estuche que denotaba al instante que llevaba una guitarra dentro. Lo miré sin prestarle mucha atención y disimuladamente mientras el miraba hacía otros lados. Mi conciencia no me permitió seguir ignorándolo y sin pensarlo salieron mis primeras palabras hacía él.

-¿Quieres cubrirte?-
Le dije haciendo espacio debajo de mi sombrilla para que el se acercara,
-Gracias-
Me respondió sin siquiera mirarme.
-¿Cómo te llamas?-
Le pregunté solamente para hacer un poco más amena su espera, que a juzgar por la lluvia sería un poco larga.
-Mateo-
Dijo nuevamente sin mirarme y de su chaqueta  sacó un cigarrillo y una caja de fósforos mojada, intentó varias veces prender fuego  a su tabaco pero no pudo y evidentemente frustrado arrojó la cajetilla e cerillos a un charco que estaba no muy lejos de nosotros.  Al ver esta situación y comprendiendo el coraje que esto ocasiona le ofrecí mi encendedor y saque un cigarro yo también.
-Gracias-
Dijo devolviéndome el mechero, con su cigarro ya encendido y por primera vez dirigió su mirada hacía mi,
-Lo siento, no ha sido un buen día-
Lo miré y tuve esa sensación que invade a las personas al conocer a alguien que de antemano se sabe que será alguien especial en tu vida…



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